Reseña
realizada por ALFONSO & MIGUEL ROMERO
TITULO
ORIGINAL: Les nuits rouges du bourreau de jade
TITULO EN
ESPAÑA: -----
IMDB: Pinchar aquí
AÑO DE
PRODUCCIÓN: 2010
DIRECTORES: Julien
Carbon, Laurent Courtiaud
REPARTO: Frédérique Bel (Catherine Trinquier)
Carrie Ng (Carrie Chan)
Carole Brana (Sandrine Lado)
Stephen Wong Cheung-Hing (Patrick)
Kotone
Amamiya (Tulip)
Maria Chen
(Flora)
Jack Kao
(Mister Ko)
EDICIONES
ESPAÑOLAS EN VÍDEO: -----
EDICIONES
ESPAÑOLAS EN DVD: -----
SINOPSIS: Durante
el reinado del primer emperador de China, un ingenioso torturador, creó un
elixir que paralizaba los miembros de su víctima al aumentar la sensibilidad de
las terminaciones nerviosas hasta diez veces. Ocultado en un cráneo de Jade, el
elixir puede provocar todo tipo de sensaciones varias, desde caricias eróticas
hasta lesiones espantosas.
Obsesionado
por el deseo de experimentar estas sensaciones extremas, el verdugo se mata con
su propio veneno, intensificando la experiencia de la muerte. Sus perseguidores
nunca encontraron el cráneo, que había sido ocultado dentro de un precinto
real. Pero la maldición del cráneo de Jade, responsable de la muerte de su
creador, permanecerá dentro del su escondite trayendo desgracia a todos los que
lo poseen. Hasta el día de hoy...
COMENTARIO: Julien
Carbon y Laurent Courtiaud definían este su primer trabajo en la realización
como “un giallo de Hong Kong, con misterio, asesinatos sádicos, fetichismo y
mujeres”. Ambos habían colaborado previamente en los libretos de cintas
hongkonesas de acción como “Running out of time” (1999) de Johnnie To (1),
“Black Magic 2” (2002) de un Tsui Hark que aprovechaba la moda del “Matrix”
(1999) de los Wachowski (2), o “El secreto del talismán” (2002) de Peter Pau, película
de aventuras que seguía la estela del “Tomb Raider” (2001) de Simon West con
Angelina Jolie encarnando a Lara Croft.
Los
realizadores demuestran unos concienzudos conocimientos del thrilling
all’italiana, de sus constantes y directivas, de sus temas y, lo más
importante, de su estilo visual. El mismo título de la cinta (y más en el
original en francés), como en tantos giallos, contempla múltiples significados
a la par que no tiene por qué decir nada, tan llamativo e intrigante como
superficial y banal. Red Nights, “Noches Rojas”, es el nombre del perfume que
presenta y representa Carrie Chan (Carrie Ng), un mundo, el de la alta
cosmética y perfumería, afín al de las modelos y pasarelas tan caro al género
desde “Seis mujeres para el asesino” (1964) de Mario Bava, aunque ella y su
compañero, Patrick (Stephen Wong Cheung-Hing), lo que realmente buscan es otro
elixir, el que se encuentra en el “verdugo de jade”, pero a ello volveremos más
adelante. Noches rojas son también las de los rituales sadomasoquistas
orquestados por la pareja y dirigidos por ella, y el bermellón (muy oscuro y
denso) con sabor a muerte domina esta historia de traiciones y pasión por el
dinero y el poder, sobre todo en su magnífica parte final. Y el rojo es, junto
al azul y los tonos anaranjados, el color predominante en la fotografía de la
cinta, a cargo de Man-Ching Ng (3).
La
representación, como la ópera de “Terror en la ópera” (1987) de Argento, o el
teatro en “Aquarius” (1987) de Michele Soavi, ese juego de espejos y trasvases,
tiene cabida aquí en la ópera china donde Patrick es el actor principal y cobra
especial significado la canción que habla de las garras del verdugo,
instrumento de tormento y muerte a la par que de amor, fogosidad y placer. Las
garras, utensilio también en la privacidad de los amantes, que emplea Carrie
para sus rituales (representaciones igualmente) sadomaso que acaban
“penetrando”, con regusto sádico de la dómina, a las chicas que se prestan a
sus recreos sexuales cuando, tras un largo y laborioso repertorio fetichista,
termina más allá de la “petite mort” con la muerte real de las muchachas. Eros
y Thanatos llevados al límite donde, era de esperar, no falta la pasión
lésbica. Las garras, arma blanca a fin de cuentas, será la elegida por Carrie
en la conclusión de la historia.
La
representación, la ceremonia, la pasión y la muerte, la dominación, de igual
modo en los asesinatos que comente Carrie fuera de esa cámara (mortuoria) donde
practica sus retozos amorosos. Como cuando quita de en medio a Flora (Maria
Chen), una vez se ha servido de ella y sólo le supone un estorbo, en un
apropiado plano-contraplano en picado y contrapicado, dejando claro el status
que ocupa cada mujer, en un mortífero y cruel juego donde el bondage y el
fetichismo del pie (4) cobran gran relevancia. En el apartamento de Flora, por
cierto, encontramos unos inquietantes maniquíes (¿lo son todos realmente?), tan
característicos del giallo. Y maniquíes de carne y hueso, modelos, son Sandrine
Lado (en el rol de Carole), quien había trabajado nada menos que para Chanel,
Lancòme, L’Oreal o Garnier, el ya citado Stephen Wong Cheung-Hing, y la
japonesa Kotone Amamiya (ésta en el mundillo “sólo para adultos”).
Como en la
nihilista “Bahía de sangre” (1971) del maestro Bava, en el universo de “Red
Nights” no hay lugar para los héroes y está poblado por personajes codiciosos y
egoístas movidos por el lucro, que no dudan en traicionar y matar a quien sea
para salirse con la suya y sin dejar un dólar de por medio. Catherine
(Frédérique Bel) elimina en Taiwán a su amante (un político corrupto) para
hacerse con la piedra de jade blanco que éste ha obtenido con algunas malas
artes y marcha a Hong Kong para colocarla, encontrándose allí con una telaraña
de individuos tratando de sacar tajada del tema. Oculto en el objeto se halla
el “verdugo de jade” que contiene un elixir milenario que inmoviliza a las
personas a la vez que es capaz de provocar las sensaciones más extremas, con el
que “un beso equivale al mayor de los orgasmos” y, de igual manera, “el mínimo
dolor se convierte en la más insoportable de las torturas”. Ideal para las
prácticas amatorias del dúo y que nos empuja inevitablemente a “La tarántula
del vientre negro” (1971) de Paolo Cavara.
Fuera del
giallo pero quedándonos en Italia, la escena con Catherine llegando a Hong Kong
recuerda sobremanera a las películas transalpinas de finales de los 70 y
primeros 80, banda sonora de sintetizadores incluida, que nos hace pensar en
Fulci, D’Amato o Deodato.
“Red
Nights”, coproducción entre Francia, Bélgica y Hong Kong, dirigida por dos
gabachos habituados a trabajar con la que fuera la más poderosa colonia
británica en China (5), tiene inevitablemente mucho de estos países (6). Además
de incluir en el reparto al taiwanés Jack Kao (7) como el mafioso Mr Ko,
también interesado en conseguir el preciado jade, o a una Carrie Ng (8) en
estado de gracia, Hong Kong presenta un escenario ideal, retratado como una
ciudad tan cosmopolita tal que apocalíptica, en la que la occidental Catherine
deambula perdida sin poder confiar en nadie y donde no le aguarda futuro. Ella,
como el Jef Costello (Alain Delon) de “El silencio de un hombre” (1968) de
Jean-Pierre Melville, se coloca bien la gabardina y se sube los cuellos de la
misma antes de salir de su apartamento, como hacía aquél hasta en el momento en
que se preparaba para que le mataran, y es que a Catherine, al igual que al
resto de los personajes de la cinta, les espera el mismo sino que a los
anti-héroes del polar, la fatalidad, a la que no pueden escapar por mucho que
se esfuercen. Muy francés es también el gusto por los fastuosos rituales
masoquistas, propios de una cinematografía tan dada a emparentar amor, sumisión
y muerte, desde el cine de autor o el arte y ensayo al más comercial y/o de
explotación, de Alain Robbe-Grillet a Just Jaeckin, de Roger Vadim a José
Bénazéraf. De igual modo, en la conclusión, cuando entre unos y otros han
terminado por echar a perder todo dejando un reguero de cadáveres tras ellos,
los gangsters matan a Patrick, y el “amour fou” hace presencia. Ese “amour fou”
que llevaba a Michel (Jean-Paul Belmondo) a perder la cabeza (y la vida) por
Patricia (Jean Seberg) en “Al final de la escapada” (1964) de Jean-Luc Godard,
conduce en esta ocasión a Carrie a reclamar justa venganza contra los asesinos
de su amado armada con las garras que usaba en sus ratos de solaz (9). Una vez
más, ceremonias de placer, sadismo, dolor y muerte unidos. Y ella, como el Jef
Costello de Delon o el Michel de Belmondo, también lucirá con elegancia una
gabardina en su último acto, sólo que en esta ocasión es de color rojo chillón,
como va a quedar esa noche con toda la sangre que salpicará a su paso.
(1) Conocería
secuela en 2001, codirigida entre Johnnie To y Law Wing-Cheung, pero sin Carbon
ni Courtiaud en labores de guión.
(2) Y con
Andy On en el papel del super-héroe que da título al film, sustituyendo a Jet
Li del original de 1996 dirigido por Daniel Lee.
(3) No está
de más recordar la importancia de la fotografía colorista, heredera del giallo
y sobre todo, por supuesto, de Argento, que presentó el psycho-thriller de Hong
Kong en los dorados tiempos de la así llamada “Categoría III”. Véase por
ejemplo “Red to kill” (1994) de Hin Sing “Billy” Tang.
(4) Por el
pie comenzará la agónica tortura que Carrie le profesa a Carole, y por los
zapatos descubrirá Catherine quién ha dado muerte a su agresora, Flora, de cuyo
piso tendrá que escapar, no obstante, descalza.
(5) Otros
realizadores del país vecino amantes del cine de acción de Hong Kong son
Christophe Gans y, especialmente, Luc Besson. A sus filmografías nos remitimos.
(6) Más
consciente que casual se nos antoja la influencia en algunos momentos de un
largometraje de otro país asiático, nos referimos al “Audition” (1999) de
Takashi Miike y las torturas ejecutadas por la bella y mortal Asami (Eihi
Shiina).
(7) Jack Kao
ha intervenido en cintas de prestigio, caso de “Millenium Mambo” (2001), de Hou
Hsiao-Hsien, pero también ha sido visto en gangster-movies made in Hong Kong
como “La isla de fuego” (1991) de Chu Yen Ping, con un reparto donde se
encontraban Andy Lau, Jackie Chan, Sammo Hung y Wang Yu. Cuenta la leyenda que
el primero la protagonizó en agradecimiento al director por haberle librado de
las zarpas de la mafia.
(8) Junto a
Chinging Yau formaron el dúo de peligrosas féminas protagonistas de “Naked
killer (Desnuda para matar)” (1992) de Clarence Fok.
(9) No es la
primera vez que esta particular “lethal weapon” aparece en una producción de
Hong Kong, baste hacer mención a “Las garras de la Tigresa” (1980) de Chia-Liang
Liu para los Shaw Brothers. Por otro lado, en un momento del clímax de “Red
Nights”, Carrie llega a rasgar con ellas una pared al modo que Freddy Krueger
lo hacía en “Pesadilla en Elm street” (1984) de Wes Craven.
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