Reseña
realizada por ALFONSO & MIGUEL ROMERO
TITULO
ORIGINAL: Blackaria
TITULO EN
ESPAÑA: -----
IMDB: Pinchar aquí
AÑO DE
PRODUCCIÓN: 2010
DIRECTORES:
François Gaillard, Christophe Robin
REPARTO: Aurélie
Godefroy (Lady in Red)
Clara
Vallet (Angela)
Anna
Naigeon (Anna Maria)
Julie
Baron (Vodka victim)
Guillaume
Beylard
Michel
Coste
Frédéric
Sassine
Elsa Toro
(Pink vodka victim)
EDICIONES
ESPAÑOLAS EN VÍDEO: -----
EDICIONES
ESPAÑOLAS EN DVD: -----
SINOPSIS: La
vecina de Ángela se dedica a organizar fiestas sexuales que hacen que sea
difícil para Ángela dormir por la noche. Un día, su misteriosa vecina es
asesinada, y Ángela descubre una extraña bola de cristal en su apartamento.
COMENTARIO:
El primer largo rodado al alimón por los franceses François Gaillard y
Christophe Robin resulta, pese a las carencias propias de un rodaje
independiente de notable tono amateur (grabado en vídeo y usando algunos
actores no profesionales), un interesante homenaje al euro-sleazy, abanderado
por títulos de Jesús Franco como “Necronomicon” (1969) o Lucio Fulci y “Una
lagartija con piel de mujer” (1971), con ese tono lisérgico, onírico y sexual,
tan característico de las producciones del viejo continente durante finales de
los 60 y el comienzo del decenio siguiente; y sobre todo un tributo al giallo
(1), no sólo en las referencias descaradas a Mario Bava y sus “Seis mujeres
para el asesino” (1965) y “El Diablo se lleva a los muertos” (1973), al Lucio
Fulci de “Angustia de silencio”, “El destripador de Nueva York” (1982) y la
citada más arriba con protagonismo de la Bolkan, la escena del ascensor de “Las
lágrimas de Jennifer” (1972) de Giuliano Carnimeo tras la mano del De Palma de
“Vestida para matar” (1980), y sobre todo de Dario Argento, de quien se
reconocen “Cuatro moscas sobre terciopelo azul” (1971), “Suspiria” (1977),
“Inferno” (1980), “Tenebre” (1982) y especialmente “Rojo oscuro” (1975)... sino
también por la intencionada adecuación de constantes temáticas y estilísticas
así como detalles iconográficos propios del thrilling all’ italiana, como la
fotografía agresiva y colorista que ayuda y mucho a conseguir emparejar
realidad y surrealismo, la música de sintetizadores que remiten conscientemente
al trabajo de los Goblin para Argento, la inclusión de muñecas (muchas rotas,
algo normal cuando el psicoanálisis es esencial en el film) y maniquíes
(siempre inquietantes), la presencia de lesbianismo y voyeurismo (¿hubo alguna
vez algún género más voyeurista que el giallo?), con la omnipresencia del ojo y
la mirada, desde el mismo arranque de la película con un ojo que es atravesado,
cortado, por los títulos de crédito que surcan por la pantalla, y que evoca
además la famosa escena de “Un perro andaluz” (1929) de Luis Buñuel. Y en
“Blackaria” encontraremos además ojos astillados y cercenados por una navaja de
barbero, con evidentes reminiscencias a famosos momentos de la filmografía de
Fulci.
Se hermana
igualmente esta producción con los títulos de Dario Argento que se salían del
giallo más tradicional y mundano para saltar al terreno del fantástico, y de
este modo la protagonista descubrirá junto al cadáver de su vecina (que es
bruja, como las Tres Madres) una bola de cristal que predice el futuro. Al
romperla, usará los cristales para hacerse unas gafas (muy retro, por supuesto)
con las que seguirá viendo el negro destino que la aguarda. Pese a lo
descabellado de la propuesta, la cosa funciona, porque el guión, del propio
Gaillard, está subvertido por la puesta en escena, por la representación, como
es norma no escrita en el giallo.
Cabe
destacar la parte en que Angela (Clara Vallet) presencia un asesinato en el
espejo del ascensor, escena que bebe de las mencionadas “Vestida para matar”
(de la cinta de De Palma hallaremos más influencias a lo largo del metraje) y
“El destripador de Nueva York” (con el explícito deleite insano en rajar a la
chica en dicha ceremonia homicida), además que la malvada dama de rojo (Aurélie
Godefroy) va caracterizada como Marta (Clara Calamai), la ogresca mamá (ese
personaje tan recurrente en los gialli del director romano) de “Rojo oscuro”.
Significativo
el uso (y abuso) de espejos (y puertas) en el film, fundamental en dicha
película de Argento y tan reveladores en las teorías freudianas, que permiten a
nuestra protagonista pasar al otro lado, como Alicia, absorbida/seducida por un
nuevo mundo fantástico y peligroso. Los realizadores conjugan el mundo real con
las percepciones de la Angela, donde salen a la luz sus traumas y nos llevan de
la mano a algunos filmes de Roman Polanski (2) como “Repulsión” (1965), “El
quimérico inquilino” (1976), e incluso “La semilla del Diablo” (1968) donde
(¿casualidad?) también nos topábamos con brujos y brujas. Angela conseguirá
burlar a la asesina (y al psiquiatra, convirtiéndose casi en heroína de cine
negro para ello) aunque, estaba escrito y ella lo había visto, no a un fatal
sino que le reserva una broma macabra.
Pese a sus
defectos y carencias, “Blackaria” conviene un recomendable título que insiste
en la justa reivindicación de un modo de entender el terror y el thriller tan
europeos como intentado de enterrar por buena parte de la crítica y, lo que es
peor, por un sector del público aún convencido de que el séptimo arte ha de
estar ligado indisolublemente al apartado literario. Como suele decirse, ellos
se lo pierden.
(1) Gaillard
y Robin volvían a dejar patente su gusto por el terror italiano en “Last
caress” (2010), protagonizada por Julie Baron, quien tiene un pequeño rol en la
que aquí nos ocupa.
(2) Influencia
para no pocos gialli en su edad de oro y, por otro lado, también recogida por
Peter Strickland en la ya comentada en esta web “Berberian Sound Studio”
(2012).
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