Reseña
realizada por ALFONSO & MIGUEL ROMERO
TITULO
ORIGINAL: La domenica del diavolo
TITULO EN
ESPAÑA: Noche azul
IMDB: Pinchar aquí
AÑO DE
PRODUCCIÓN: 1979
DIRECTOR: Raimondo
Del Balzo
REPARTO: Christiana
Borghi (Rita)
Elisabetta
Valgiusti (Elena)
Monica
Como (Francesca)
Antonio
Cantafora (Pier Luigi)
Giancarlo
Prete (Bruno)
Vincenzo
Crocitti (Mario)
Dirce
Funari (Silvia)
EDICIONES
ESPAÑOLAS EN VÍDEO: Malibú (Grupo Águila)
EDICIONES
ESPAÑOLAS EN DVD: -----
SINOPSIS: Rita,
Francesca y Elena, tres amigas compañeras en un equipo de atletismo, deciden
tomarse un descanso y pasar unos días en una lujosa residencia propiedad de los
padres de la tercera. Mientras toman el sol en la playa conocen a un trío de
chicos, Mario, Bruno y Pierluigi, y los invitan a que se queden en la casa. Al
principio todo ira a pedir de boca, hasta que una de las muchachas descubre por
la prensa que estos tipos son en realidad peligrosos prófugos que huyen de la
ley. En ese momento comienza la pesadilla.
COMENTARIO:
Terminando los 70, Raimondo Del Balzo estrenaba su tercera película (de las
cinco que rodó), “La domenica del diavolo” (aka “Midnight blue”), un film que
entra de pleno en la categoría de las rape-and-vengeance-movies que proliferaron
en la década de los 70 siguiendo el éxito cosechado por la institucional “La
última casa a la izquierda” (1972) de Craven y Cunningham y que tuvo, faltaría
más, amplia respuesta por parte de la cinematografía transalpina. A finales del
decenio, este tipo de exploitation-movies se había visto reactivado con la
llegada a los patios de butacas en 1978 de mano de Meir Zarchi de “La violencia
del sexo” / ”El día de la mujer” (1), reduciendo el subgénero a su mínima
expresión, a sus elementos más fundamentales, y la pobre Camille Keaton
sufriendo vejaciones durante una buena parte del metraje.
Por otro
lado, la cinta de De Balzo se adentra en esa facción del giallo que Umberto
Lenzi acuñara y encumbrara con su justamente célebre trilogía iniciada con la
rompedora y agradecidamente pop “Orgasmo” (1969), seguido muy de cerca por
Giuliano Biagetti y su “Interrabang” (1969), o por un rabioso Mario Imperoli
que no escondía su desprecio hacia la burguesía carente de valores auspiciada
durante el “milagro italiano” en sus psycho-gialli (o sexy-gialli) “Mia moglie,
un corpo per l’amore” (1973) e “Istantanea per un delitto” (1975). Títulos
todos, como buenos thrilling all’italiana, donde el erotismo y la muerte, Eros
y Thanatos, pasean de la mano en sangrienta comunión. En estas ocasiones
situadas las tramas en grandes y suntuosas estancias apartadas de la urbe.
Bañadas por el sol, el mar... y la sangre. Lugares ideales para descansar,
amar... y morir. Espacios abiertos, soleados y luminosos pero también
solitarios, desiertos, donde no hay nadie que pueda socorrer. Las relaciones de
poder van a menudo a resultar invertidas en la ecuación, o al menos cada uno de
los participantes apostará su carta más alta, procurando guardarse siempre
algún as bajo la manga.
Desde finales
de los 60, y progresivamente con más y más fuerza conforme avanzaba el decenio
siguiente, el erotismo y el sexo se fueron apoderando de las pantallas. Llenar
de desnudos y escenas de cama una película era un modo de asegurarse un lugar
en la taquilla. El público lo requería y era de ley dárselo. Del Balzo se
cerciora de ello y desde los momentos iniciales tenemos a la clase de las
chicas atletas correteando y bañándose desnudas en la playa, luciendo así un
buen ramillete de bellos cuerpos de jovencitas. Más las sucesivas (y esperadas)
escenas de ducha y refriego genital que se sucederán a lo largo del metraje. El
director se desmarcaba de sus anteriores trabajos, “La última nieve de
primavera” (1973) y “Blanco caballo de agosto” (1975), fuertes exponentes de
ese subgénero que se conoció en Italia como “lacrima-movie”, melodramones
lacrimógenos, como su denominación indica, que hicieron furor en las salas del
país durante los años 70, y que resultó sintomático, al igual que el
poliziesco, de los “años del plomo” (2).
En la
primera parte del film, más reposada, Del Balzo nos va presentando y definiendo
a los diferentes personajes de la historia, creando una cierta inquietud en el
ambiente que pasará a convertirse en amenaza real una vez las muchachas adviertan
quiénes son en verdad, una vez caídas las máscaras, los garzones que han
conocido y metido en la hacienda. La violencia toma ahora las riendas y el
ritmo se acelera, siguiendo las directrices de las películas de violación y venganza, donde no
faltan los vejámenes y malos tratos, apuntando no obstante algunos detalles
originales como los útiles de los que echan mano las féminas a la hora de
contraatacar dadas las cualidades deportivas de éstas.
La música,
de Stelvio Cipriani (por aquellos tiempos muy requerido en las filmaciones de
terror-erótico-exóticas perpetradas por Joe D’Amato), acompaña perfectamente a
las imágenes, proveyéndolas de gran fuerza, a la par que anuncia la llegada de
los 80 (3).
“La
domenica del diavolo” a la cinta que más se aproxima, a la que más se parece
(demasiado tal vez), es a “La séptima mujer” (1978) de Franco Prosperi, con la
que guarda un llamativo puñado de puntos en común. Mientras que en su giro
final copia descaradamente el de otro estreno de 1978, “Las veinteañeras”, de
Fernando Di Leo (en su versión uncut, por supuesto, no en la lamentable edición
española), donde también participara, mira tú, Vincenzo Crocitti.
En cuanto
a su reparto, exceptuando a Christiana Borghi, vista en algunas producciones
eróticas de finales de la década, las otras dos chavalas poco o nada se
prodigaron en la pantalla. Todo lo contrario de los tres protagonistas
masculinos: Crocitti era un rostro más que usual en la comedia italiana,
Giancarlo Prete repitió mucho con Enzo G. Castellari, y Antonio Cantafora (más
conocido por su seudónimo de Michael Coby) trabajó al lado de Mario Bava en
“Orgía de sangre” (1972) y su hijo Lamberto en “Demons II” (1986), aunque es
más recordado por su participación en el “Supersonic Man” (1979) de Juan Piquer
Simón.
Al año
siguiente al film aquí reseñado, Ruggero Deodato reincidía en el tema con
“Trampa para un violador”, siguiendo más a pie juntillas la línea trazada por
el mencionado título dirigido por Craven, incluso recurriendo al inquietante
David Hess para que prácticamente repitiera el mismo papel. Y no fue el primer
caso, Hess había participado previamente, en 1977, en un rol afín en otra
producción del país de la bota, “El cínico y la casada”/”Autostop sangriento”,
cuyo montaje distribuido dentro de la piel de toro mostraba unas perversas y
vergonzosas mutilaciones, siendo cercenado incluso su final, cambiando
totalmente el sentido de la película. Un caso similar a la ya citada cinta de
Di Leo o, aunque no tenga nada que ver, a “El furor del Dragón” (1972) de Bruce
Lee.
(1) En
1993 el especialista en series-Z Donald Farmer llevaba a cabo una especie de
remake en la denostada “Forced vengeance”, contando con la intervención de la
Keaton. Mayor fortuna tuvo en 2010 Steven R. Monroe con su salvaje versión
protagonizada por Sara Butler, que tendría incluso secuela.
(2)
Algunos otros ejemplos de este subgénero para estómagos bien curtidos: “La
separación” (1974), de Armando Nannuzzi, “Un verano para recordar” (1974), de
Sergio Martino, “El adiós de un campeón”
(1978), de Ruggero Deodato, “Esto sí que es amor” (1978), de Filippo Ottoni,
etc...
(3) Otra
coincidencia con el D’Amato de esa época es la presencia de la actriz Dirce
Funari: “El ginecólogo de la mutua” (1977), “Emanuelle alrededor del mundo”
(1977), “Emanuelle y los últimos caníbales” (1977), “Las noches eróticas de los
muertos vivientes” (1980)...
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