Reseña
realizada por ALFONSO & MIGUEL ROMERO
TITULO
ORIGINAL: La morte ha fatto l´uovo
TITULO EN
ESPAÑA: La muerte ha puesto un huevo / Triángulo mortal / Dos menos uno, tres /
Habitación nº24
IMDB: Pinchar aquí
AÑO DE
PRODUCCIÓN: 1968
DIRECTOR: Giulio
Questi
REPARTO: Gina
Lollobrigida (Anna)
Jean-Louis
Trintignant (Marco)
Ewa Aulin
(Gabrielle)
Jean
Sobieski (Mondaini)
Renato
Romano (Luigi)
Vittorio
André
Giulio
Donnini (Hotel Manager)
EDICIONES
ESPAÑOLAS EN VÍDEO: Con el título de "La muerte ha puesto un huevo"
por Vídeo Producciones Valfer, con el de "Triángulo mortal" por Vídeo
Tape Internacional S.A. y por Ibérica Vídeo Distribuciones S.A., con el título
de "Dos menos uno, tres" por Agustín Ferrero Fernández y con el
título de "Habitación nº24" por Vídeo Compact.
EDICIONES
ESPAÑOLAS EN DVD: -----
SINOPSIS: Marco
es un intelectual frustrado que está casado infelizmente con Anna, propietaria
de una fábrica de pollos en la que se llevan a cabo experimentos genéticos.
Para satisfacerse sexualmente, Marco tiene encuentros con prostitutas, a las
que además parece asesinar.
COMENTARIO:
Cuando Dario Argento deconstruye el giallo para cristalizar nuevamente en un
estilo propio que terminará por ser el que domine toda la década de los 70 (y
más allá), el director romano había asumido los anteriores trabajos en el
género, principalmente los orquestados por Mario Bava. También los empeños de
Umberto Lenzi, con sus psycho-gialli sexuales y diurnos, seguirían calando y
haciéndose notar en diversos e interesantes títulos. Sin embargo, la muy
personal aportación de Giulio Questi dentro de las coordenadas del thriller,
"Dos menos uno, tres", estrenada en suelo italiano el 9 de enero de
1968, no tuvo continuidad en el terreno del giallo entre el aluvión de cintas
que seguirían al éxito de "El pájaro de las plumas de cristal"
(1970).
De igual
modo que hiciera con "Oro maldito", donde el género del
spaghetti-western era sólo el marco para el desarrollo del trabajo de Questi, y
que resultó incomprendido en su momento (y terriblemente mutilado en la copia
que vimos en España), "Dos menos uno, tres" utiliza el esquema del
thriller para una propuesta personal por parte de su realizador y que nuevamente
no terminó de calar. Si el propio Questi definía "Arcana" (1972) como
un film "etnográfico", el que aquí nos ocupa es, como bien apuntaba
Ángel Sala (1), un título "orgánico", donde los mismos créditos
iniciales parecen reproducir el proceso de gestación de un huevo y que enlaza
con un ojo en primer plano.
La cinta
arranca en un motel. Diferentes habitaciones, personajes e historias, para
centrarse el director en Marco (Jean Louis Trintignant), que asesina con un
cuchillo y guantes negros (pero a plena luz del día y sin ocultar su rostro) a
una fémina para después ir a su trabajo, como ejecutivo de una asociación
dedicada a la producción avícola. Pronto comprenderemos que quien posee la
fortuna familiar y lleva las riendas de la casa y el negocio es su esposa, Anna
(Gina Lollobrigida), y que nuestro hombre no es más que un mero pelele, un
soñador que anhela la libertad y el amor, aborreciendo el mundo capitalista que
le rodea y que sólo desea fugarse con su amante, Gabrielle (Ewa Aulin), la
secretaria de su mujer, que tiene los pies más sobre la tierra y es consciente
(tal vez demasiado) del lugar y función que ocupa.
Pero ¿es
Marco un asesino sádico? No tardaremos en comprobar que ello no es más que una
representación, un modo de satisfacer sus fantasías sexuales con prostitutas en
la habitación que tiene reservada en el motel, la 724, y las chicas además le
consideran todo un caballero.
Nuestro
protagonista no se integra en el mundo que le ha tocado vivir, ni en el medio
familiar ni en el empresarial, desligándose de éste a raíz del experimento con
éxito en la fábrica que da como resultado unos pollos mutantes (enormes, sin
alas ni cabeza) que crecen sin necesidad de alimentarlos. Ideados como un
producto mercantil que producirá unos importantes cambios en la producción y un
abaratamiento de los costes. La moral y la economía parecen desligados en una
sociedad que sufría, recordaba Questi, una agresiva industrialización en
aquellos años. Como tantos intelectuales de su momento, el realizador echa una
mirada desconfiada a los excesos capitalistas orquestados por una agresiva y
absurda publicidad (2) que incluso ataca a la cámara en algunos momentos del film.
Y precisamente el nuevo publicista de la empresa tiene una notable importancia
en la trama, y por supuesto no para bien. Una sociedad capitalista donde las
personas son también meros productos de consumo. Donde el poder y el dinero lo
son todo y para conseguirlo se llega incluso al crimen.
El
realizador compara constantemente a los pollos en la fábrica con las personas.
Significativo el enlace de Marco destruyendo (matando) a los pollos mutados al
cuerpo maduro y aún muy apetecible de Anna desnudándose para ir a la cama.
Llegando más lejos con la analogía del huevo (presente desde el mismo título
original hasta el vestido que luce Gabrielle en la fiesta) con el hombre e
incluso con la sociedad. Blanco, pulcro, perfecto en su forma, pero que por
dentro puede estar podrido, contaminado. Sobre todo en el final, con un chiste
macabro a cargo del jefe de la policía que busca al responsable de un asesinato
(esta vez real) y del que sospechan ha podido ser Marco. Y la huella de Lenzi
se hace presente.
Nos
encontramos a lo largo del metraje con el predominio de fondos claros,
asépticos, impersonales, tanto en la casa, la oficina e incluso el motel, que
apenas difieren de los de un aeropuerto. Jean-Louis Trintignant era el actor
idóneo para encarnar al idealista, fetichista y pusilánime Marco, en la línea
de otros papeles suyos como el que haría en "El ladrón de crímenes"
(1969), de Nadine Trintignant. Ewa Aulin venía que ni pintada para el rol de
Gabrielle. Además, ambos habían coincidido poco antes en el giallo de Tinto
Brass "Con el corazón en la garganta" (1967). Y el tercer vértice de
este triángulo amoroso (que podría convertirse en cuarteto) lo compone Anna, a
la que da vida la Lollo, que si bien fue una imposición de la producción,
resulta perfecta como la posesiva esposa, capaz de rebajarse lo que haga falta
para no perder el control y conseguir sus propósitos, aunque en realidad no sea
ella quien mueva los hilos.
Si en
"Nudi per vivere" (1964), documental tipo mondo dirigido por Giuliano
Montaldo, Elio Petri y Giulio Questi, éste homenajeaba el "Belle de
jour" (1967) de Buñuel, en esta ocasión vuelve a rendir tributo al genio
aragonés en la escena de la fiesta que remite conscientemente a "El ángel
exterminador" (1962).
Intencionadamente
inconformista, Questi apuesta por planos extraños, movimientos de cámara que a
veces parecen aleatorios y no dar ninguna información, centrándose en muchas
ocasiones en partes del cuerpo de los interlocutores mientras éstos hablan,
produciendo extrañeza en el espectador. Sumémosle un montaje sincopado, acorde
con las imágenes y una banda sonora histriónica, obsesiva e incluso molesta a
cargo de Bruno Maderna.
Ni que
decir que la crítica no recibió con buenos ojos la película, ni sus intenciones
críticas y vanguardistas. Quedémonos con una escena, Marco, fotógrafo
aficionado, hace una sesión en la fábrica con Anna y Gabrielle posando ante los
pollos e incluso sosteniendo algunos de éstos. El capitalismo industrial
sustituye el glamour, diríase la antítesis del Thomas (David Hemming) de
"Blow up. Deseo de una mañana de verano" (1966), de Michelangelo
Antonioni, o de la casa de moda donde se desarrolla la seminal "Seis mujeres
para el asesino" (1964) de Mario Bava.
(1) En su
entrada sobre el film para el libro colectivo "El giallo italiano: la
oscuridad y la sangre" (Nuer Ediciones, 2001).
(2)
Podemos citar también "Han cambiado de cara"/"La resurrección
del mal" (1971), de Corrado Farina.
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